El resultado de las elecciones del pasado domingo 25 de octubre, nos permite destacar algunas consideraciones.
Nos permite destacar, en primer término y como un gran valor, la inexistencia de denuncias por irregularidades serias o por el intento de consumación de delitos electorales.
Nos permite destacar que, con su resultado, se reaperturó en la Argentina una etapa de «negociación política» entre diversas fuerzas representadas en el Congreso Nacional.
En efecto, existirá paridad entre ambas Cámaras. En la de senadores, el Frente para la Victoria mantendrá su mayoría, incluso con quorum propio. En diputados, ningún bloque podrá alcanzar el quorum por si mismo. La mayoría la mantendrá la coalición actualmente oficialista pero no de manera absoluta, de tal forma que las minorías opositoras, si acuerdan entre sí, pueden imponerse en la votación.
Nos permite destacar que la sumatoria de trabajo y credibilidad en el candidato, los acuerdos políticos razonables y, la circunstancia de competir con adversarios «impresentables» y, todo ello pese a no brindarse con la debida claridad y detalle el plan de gobierno propuesto, posibilita un triunfo electoral, que parecía improbable o derechamente imposible de conseguir.
En este punto, recordamos los triunfos de Vidal y Morales en las Provincias de Buenos Aires y Jujuy.
Nos permite destacar que «la plata» no lo es todo en la vida ni en la política. Sin menospreciar su importancia como puente entre la intención y la acción, es evidente que no lo es todo; si no, preguntémosle a Rodriguez Saa, que quedó sexto de seis, debajo de Del Caño y de Stolbizer.
Nos permite destacar que ni en la vida ni en la política hay que ser soberbio y, que hay que saber componer intereses negociando con criterio y con honestidad, para alcanzar lícitamente los objetivos planteados.
Así entonces, podría recordársele a Macri que el 56,05% (que son los votos alcanzados conjuntamente por el segundo y el tercero en la elección que estamos comentando), suman más que el 36,35% obtenido por el candidato levemente votado en primer lugar. Esos resultados, por imperio de las matemáticas y de la Constitución Nacional, ya lo hubieran sentado en el sillón de Rivadavia.
Por último, la elección del 25 de octubre nos permite destacar también, que el hacer de la especulación y de la obediencia debida una herramienta rectora de la propia vida pública, puede jugar a su detentador una mala pasada.
Mutar del ¡No debato! al ¡Quiero debatir!, mutar del ¡Ahora voy a ser más «yo» que un «yo-yo»! al ¡Es una pavada que me propongan correr a Cristina de mi campaña! y, bueno, es un ir y venir que tiene como consecuencia un desprecio popular , que ya fuera expresado por la ciudadanía en la Provincia de Buenos Aires y que veremos si también se expresa en la Nación.
Somos «pueblo» ¡pero no «pueblorudos»!
Todos sabemos que el que conduce el timón debe tener templanza, por supuesto, pero sin perder la firmeza; porque de lo contrario, la motonave no tiene ninguna posibilidad de llegar a buen puerto.
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