Por esas cosas raras del azar que maneja los hilos de la política internacional, se dio que en estos días se entrelazaran los caminos de la ONU, de ELLA y de ÉL.
En distintos eventos pero en el mismo recinto, ambos de blanco, frente a una misma tarima convertida en una verdadera «ventana hacia el mundo», ELLA y ÉL fueron escuchados.
ÉL contó en el lugar con una concurrencia a pleno. ELLA, bueno, como le es habitual, tuvo un auditorio un tanto despoblado.
En el ropaje blanco y en el uso de la misma tarima, coincidieron; pero solo en eso, ya que la diferencia geométrica de asistentes no fue la única.
Más importante que esa disparidad, que sólo importa a las páginas accesorias, lo cierto es que tanto sus miradas acerca del mundo como sus mensajes fueron diametralmente diferentes. Tan diferentes como lo son EL PASADO Y EL FUTURO.
Él, en su carácter de pastor, sentó criterios para superar los males del hoy. Mira, piensa y trabaja para el mañana, atendiendo el ayer, pero para ponderar como ejemplo sus virtudes y, sobretodo, para superar sus flaquezas.
Vista de la Asamblea durante el discurso del Santo Padre
Es así que alertó sobre el peligro del alcance de la tecnología por parte de grupos o ideologías extremas, recordó el sufrimiento de los cristianos perseguidos en medio oriente y en algunos países africanos, cuestionó el abuso y destrucción del medio ambiente, que dijo, pone «en peligro la existencia humana»; se pronunció en favor de un ordenamiento justo de la comunidad internacional, señalando la necesidad de que todos los países puedan alcanzar una participación y una incidencia real y equitativas en las decisiones; habló de un manejo internacional equitativo, donde el poder se subordine al derecho, sin omnipotencia alguna de individuos o grupos que se impongan a sectores indefensos, víctimas de un mal ejercicio del poder. También arengó a los organismos financieros para que velen por un desarrollo sustentable de los países y que no los asfixien con el sistema crediticio.
Colocó a la guerra en su lugar de negadora de todos los derechos y como una dramática agresora del medio ambiente. No se olvidó de destacar la obligación de los gobernantes de hacer lo posible para que todos puedan contar con la mínima base material y espiritual, para vivir con dignidad y mantener una familia. Propició para todos el alcance a la vivienda propia, al trabajo digno y debidamente remunerado, a la alimentación adecuada, al agua potable, a la educación y a la libertad.
Y como siempre en la vida existen aspectos positivos, ÉL no dejó de señalarlos. Así fue entonces que felicitó a la ONU por su actividad internacional, sin la cual, dijo, «la humanidad podría no haber sobrevivido al uso descontrolado de sus propias potencialidades», invitando al mundo a respetar y aplicar la Carta de las Naciones Unidas con transparencia y sinceridad.
¡Hasta tuvo tiempo de recordar el Martín Fierro y su prédica de unidad fraternal!
Por el contrario…
ELLA, se refirió -sin nombrarlo-, al espía STIUSO, pensando tal vez, que el mundo entero está pendiente de su bronca por el «raje» de su ex amigo 007. Tampoco se privó de acusar a EEUU de «protegerlo»…
ELLA se refirió al «Memorandum de entendimiento con Iran», como si estuviera vigente, como si no hubiera sido cuestionado por la Justicia Argentina, como si a Irán le importara su cumplimiento…
ELLA entremezcló a los FONDOS BUITRES con el atentado a la AMIA. ¿La habrán bombardeado ellos? …
La presidente argentina Cristina Fernandez hablando para la asamblea.
ELLA agradeció una Resolución de la ONU relacionada con el manejo de la renegociación de deudas soberanas, que da meras pautas genéricas, las que a su vez ya habían sido incorporadas con anterioridad por las finanzas internacionales, tratando, sin éxito, de «hacer creer» que por imperio de su política internacional, se hubiera
dotado al mundo de un nuevo e infalible «CORPUS IURIS MADE IN ARGENTINA» …
ELLA se preguntó quién financia al ESTADO ISLÁMICO, con lo cual pareció levantar la puntería de su discurso; aunque lamentablemente en forma inmediata lo desdibujó, comentando que las imágenes que ve por TV del accionar de esos asesinos le «recuerdan las películas de Francis Ford Coppola»…
En fin. ÉL, en la casa del mundo, le apuntó a los problemas de hoy y del mundo.
ELLA, en la casa del mundo, le apuntó a lo doméstico y a lo ya resuelto y, cuando levantó un poco la puntería, terminó no dando en el blanco por banalizar el comentario.
Me pregunto y los invito a preguntarse: ¿Será por eso que en el recinto que representa al mundo se viera tan dispar nivel de atención y concurrencia ?
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