Esta semana nos enteramos de que probablemente veamos una vez más en el cielo a una de las leyendas de la aviación moderna: el Concorde (Concord en ingles).
Creado por el consorcio British Aircraft Corporation y Aérospatiale como el primer y único avión supersónico de pasajeros del siglo XX, una verdadera maravilla de la ingeniería, el Concorde realizó su primer vuelo el 2 de marzo de 1969 pero entró en servicio hasta el 21 de enero de 1976, anticipándose al también supersónico Tupolev Tu-144, versión soviética, que comenzó a operar el 1 de noviembre de 1977.
British Airways y Air France, que recibieron importantes subsidios de los gobiernos británico y francés respectivamente, se encargaron de la fabricación y operación de los 20 aparatos producidos. Siete de esas unidades fueron operadas por la compañía inglesa y siete por la compañía francesa. El resto de las naves, seis en total, se utilizaron como prototipos.
Su característica más sobresaliente era la velocidad: podía volar a 2.3 veces la velocidad del sonido (2.3 match) unos 2.405 Km/h a una altura de 18.000 metros, algo totalmente impensado para una avión comercial de la época. Podía unir Londres y París con Washington y New York en sólo 3 horas y media, lo que lo convertía en el avión comercial más veloz del mundo.
Volar en el Concorde era una de las experiencias más sofisticadas, cosmopolitas y costosas que se podían comprar. Con sólo cien asientos y uno de los servicios a bordo más refinados del mercado, se convirtió rápidamente en el avión preferido del jetset, los hombres de negocios y los millonarios de los años ochenta y los noventa.
A finales del siglo XX, tanto British Airways como Air France tenían decidido terminar con él debido a las nuevas medidas medioambientales y a su costoso mantenimiento que resultaba en un negocio deficitario que sólo se mantenía por tradición, originalidad y publicidad.
El accidente producido el 25 de julio del 2000, cuando unos de los aparatos de Air France estalló minutos después de despegar a causa de una pieza metálica desprendida de otra aeronave que se introdujo en la turbina, apresuró la decisión y el 26 de noviembre de 2003 se realizó el último vuelo de este pionero.
Ahora, después de 27 años de servicio, el diario británico «The Independent» anunció que el Club Concorde quiere ponerlo en servicio nuevamente para el 2019. El club, formado por expilotos y viajeros frecuentes, pretende comprar dos unidades por unos 160 millones de libras, unos 248 millones de dólares, gracias al aporte de inversionistas privados. La idea de estos entusiastas es utilizar una de las unidades como museo, instalado sobre el río Támesis en el centro de Londres, y la segunda para vuelos comerciales privados.
Bienvenida la iniciativa de estos fanáticos que nos permitirá ver nuevamente en el cielo a una las piezas tecnológicas más complejas fabricadas por el hombre y, por qué no, algún día, volar en ella.
Fuentes: Wikipedia en español, RT en español
Esta obra de Claudio A. Borrello está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.