Andando por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y por el conurbano, mi zona de influencia, veo que, nuevamente, el espacio público fue tomado como coto de caza por los partidos políticos para llevar a cabo sus pegatinas y pintadas proselitistas.
No debería asombrarme porque en todas las elecciones ocurre lo mismo, pero si me asombra que siempre suceda lo mismo, no comprenden que el espacio público es de todos y que no existe un solo candidato que instruya a sus fanáticos a no destruirlo.
Innumerable cantidad de carteles pegados en columnas de alumbrado, postes de electricidad, contenedores de basura, paredes de edificios en ruinas, pintadas en todos los lugares inimaginables y prohibidos, no perdonaron ni los bloques de concreto que se pusieron en la autopista 25 de Mayo para separar el carril exclusivo para colectivos, me pregunto ¿Cómo pueden escribir ahí?
Recuerdo siempre las palabras del gran Pepe Eliaschev que censuraba constantemente este tipo de atropellos a la cosa público «No se debe votar al candidato que permite semejante abuso» decía y ahora, a la distancia, tomo esas palabras y pienso ¿Entonces a quién votamos? Porque no hay un solo dirigente que no lo permita.
Esperemos que de una buena vez se acabe con esta práctica infame de propaganda política ya que de alguna u otra manera siempre los que terminamos pagando somos nosotros, los votantes.
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