Nos preguntamos si es posible, válidamente, entablar alguna conexión entre el éxito electoral de Donald TRUMP en EE. UU. y el voto mayoritario al “Brexit” en el Reino Unido.
Por los postulados electorales y por las primeras medidas de gobierno adoptadas, parecería que el nuevo presidente norteamericano, de haber sido un elector británico, también se hubiera rendido a la seducción del “brexit”, ya que comparte con sus postulados el fantasioso endiosamiento al proteccionismo. De allí que nos animemos a conectarlos.
La predica de ambos postula como remedio a todos los males una pócima proteccionista.
¿Habrán tendido en cuenta los efectos no deseados de ese anacrónico medicamento?. Lo dudamos.
Más bien parece que la comezón social provocada por un desfavorable índice de empleo, los ha llevado a buscar, en la galera mágica, la fórmula que manda a “vivir con lo nuestro” como infalible salida de la fastidiosa coyuntura.
Las limitaciones personales, sociales e institucionales que lleva ínsito el proteccionismo parecen no importarles.
Los conflictos comerciales y, aún peor, los conflictos violentos a los que en el pasado ha llevado el egoísmo y la desmedida ambición que por definición encierra la carrera proteccionista -conforme lo documenta la historia-, tampoco parece importarles.
¿Será que la sociedad estadounidense y británica ha virado al proteccionismo?. Parecería que no toda.
En efecto, no todos los miembros de las sociedades de dichos países se han subido a ese carruaje animado que se convierte en zapallo a medianoche.
Los que ha dado el golpe de timón fueron decididamente los sectores dedicados a las actividades menos escaladas, acompañados por los más ancianos.
Es que esos colectivos sociales son los que parecen sentirse más cómodos con este modelo, ya que, en líneas generales, no parecen vivenciar al proteccionismo como un “techo bajo” asfixiante de sus necesidades y aspiraciones.
Los más jóvenes y aquellos que desarrollan su vida activa en ocupaciones de mayor exigencia intelectual, necesariamente se resisten a este “corset” limitante del crecimiento personal y nacional, ya que por definición sus nortes requieren inexorablemente de una enriquecedora y fluida interrelación.
Ahora bien, por respetuoso culto a la honestidad, no podemos obviar en nuestro análisis que el mentado brote proteccionista, que estamos criticando, no ha nacido de un repollo. Su germen está en el egoísmo y en la miopía de los detentadores del poder político y económico del mundo, en especial de aquellos pertenecientes a los llamados países centrales, que son los que empobrecen a sus nacionales limitando sus fuentes de trabajo y creando desocupación, como así también a los nacionales de los países más pobres, en donde radican sus fábricas para pagar menos impuestos, abonar sueldos bajos y para liberarse de “ataduras” propias de las normativas laborales y civiles que rigen en sus estados del “primer mundo”.
En fin, son los políticos y los empresarios del mundo desarrollado los fundamentales engendradores y concebidores de este retrógrado y muy peligroso recién nacido llamado Proteccionista TRUMP BREXIT, traído electoralmente al mundo por una mayoría castigada por los desmanejos de los que tienen responsabilidades de conducción.
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